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FOTOGRAFÍA Y MEMORIA INDUSTRIAL

El patrimonio industrial y la fotografía están estrechamente ligados y su historia corre paralela la una de la otra. La popularización de las cámaras de fotos y la necesidad de dar testimonio visual de los avances industriales hizo posible la creación de acervos fotográficos dentro de los archivos de las grandes empresas. De esa forma, las empresas podían testimoniar de modo fehaciente el desarrollo de su negocio: nuevos métodos de producción, marketing y publicidad, la construcción de las diferentes dependencias de la compañia, la adición de nuevos edificios y maquinaria, etc. Sin embargo, esos archivos fotográficos son muy valiosos en la actualidad, ya que no sólo cuentan la historia de los logros industriales sino que también son testigos de la cultura del trabajo detrás de esas escenas: condiciones de seguridad e higiene de los trabajadores, la relación de éstos y sus empleadores, procesos de manipulación de maquinaria y procesos industriales en ocasiones olvidados, etc. Todo ello otorga valor y significado a los restos industriales que hoy salpican nuestro paisaje, conformando el patrimonio intagible asociado a la industria.

Por otra parte, esa popularización de las cámaras fotográficas favoreció a las familias, que comenzaron a adquirir sus propias cámaras fotográficas para inmortalizar los grandes momentos de su vida y mantenerlos para el futuro. Los trabajadores y sus familias, al retratarse en su entorno, muchas veces industrial, hicieron suyo ese paisaje, fijando sus memorias en puntos específicos de dicho entorno industrial. Al analizar esas fotografías familiares es posible revivir los momentos e historias de aquellos obreros, es más, se puede interpretar su relación con su entorno natural e industrial, establecer su posición social dentro y fuera de la familia, las condiciones laborales y sus problemas de salud, así como también el papel de la religión y la política dentro de su vida laboral y familiar. Los álbumes familiares documentan como era la vida más allá del trabajo: partidos de fútbol, misa los domingos, celebraciones y días festivos; pero también nos muestran los esfuerzos y la esperanza de los trabajadores por tener una vida mejor, las relaciones con otras personas, el papel de la mujer en la sociedad dentro y fuera de casa, y los cambios económicos, sociales e industriales de la sociedad en la que vivían. Por lo tanto, esos recuerdos fotográficos familiares confieren una nueva capa más de significado a los paisajes industriales, convirtiéndolos en paisajes de la memoria.

Así mismo, todas esas fotografías, tanto amateur como profesionales, dejan entrever ese gusto por la estética industrial, donde las formas orgánicas, más fluidas, se funden y conviven con las formas duras y rectas del hormigón y el metal; donde el juego de blancos y negros, de luces y sombras, añaden misterio y profundidad a la historia que narran; donde la composición y la conjugación de los diferentes volúmenes otorgan otra capa de significado a los paisajes tangibles e intangibles.

Las fotografías relacionadas con un pasado industrial demuestran los valores inmateriales que envuelven a los lugares industriales, abandonados o no, pues ellos muestran no sólo el progreso tecnológico, sino también articulan la complejidad del paisaje en el cual están localizados, mostrando la relación de las personas con la industria y de ellos mismos con sus cohetáneos. Las fotografías otorgan un formato tangible a valores inmateriales, como la memoria.

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