HISTORIA DE LA CENTRAL TÉRMICA
Centrales de la autarquía
La construcción de grandes centrales térmicas en España en los años posteriores a la guerra civil tuvo como objetivo paliar los importantes déficits de suministro eléctrico. Entre 1944 y 1954 la producción eléctrica se mostró insuficiente para poder atender al mercado nacional por la lentitud en la construcción de nuevas centrales eléctricas. A ello se sumaron otros factores como el bloqueo económico internacional acordado por las Naciones Unidas, el estancamiento de las tarifas hasta 1951, la falta de recursos en las industrias y las dificultades de aprovisionamiento, así como las sequías del 45 y del 49 que provocaron importantes restricciones en el sector hidroeléctrico, provocando ceses de actividad en el sector industrial, fundamental para la recuperación económica del país.
Durante el periodo de la Autarquía será el Estado, a través del Instituto Nacional de Industria, quién lidere la construcción de dichas centrales. Con la creación de UNESA en 1944, se agruparon las 17 empresas más importantes del sector, como ENDESA, ERZ o Calvo Sotelo, iniciándose una nueva etapa de generación termoeléctrica. Ésta comenzó con las primeras instalaciones de emergencia a través del plan de centrales móviles adquiridas en el Reino Unido y distribuidas estratégicamente por distintas capitales de provincia, como Sevilla, Barcelona, Cartagena, Asturias y Mallorca, naciendo así los denominados “Bomberos de la Electricidad”. A estas centrales les sucedieron las primeras grandes centrales fijas como Compostilla I en Ponferrada (1947) o Puentes de García Rodríguez (hoy As Pontes) en La Coruña, Aliaga (1952) y Escatrón (1953).
Centrales en Aragón
Las primeras centrales térmicas aragonesas de las que se tiene constancia fueron las que se instalaron en Ariño (1920) y en Utrillas (1930) con la finalidad de abastecer de energía eléctrica a las propias instalaciones mineras en las que estaban instaladas. Siguiendo esa línea, en las cercanías de Aliaga se instaló una central auxiliar, la llamada Leona, que abastecía de electricidad a los trabajadores de Hoya Marina y al Barrio de Santa Bárbara (alrededor de 1942).
En la década de los años 50 del siglo XX Aragón ocupó un lugar importante en la producción eléctrica española construyéndose una nueva generación de centrales térmicas destinadas a la producción y distribución de electricidad a nivel nacional. Las primeras centrales que se construyeron fueron las de Aliaga (1952) y Escatrón (1953), a las que siguieron la de Escucha (1970) y la de Teruel (1979), localizada en la población de Andorra [1].
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
[1] Miana Escabosa, Alfredo; Valero Ruiz, Carlos (2003), La minería del carbón en Aragón: su historia, métodos de trabajo y evolución tecnológica, Zaragoza, Tierra Ediciones, Excmo. Ayuntamiento de Escucha, Fundación Endesa y OFYCUMI.
Central térmica de Aliaga 1952-1982
La central térmica estuvo en operación desde 1952 a 1982. El motivo por el cual se instaló la central en Aliaga todavía no se conoce con certeza, pero la inversión realizada para su construcción y puesta en marcha tuvo que ser enorme, ya que se daban ciertos factores que podrían hacer pensar, a priori, que no fuera una inversión rentable.
Primeramente, la planta está localizada en un enclave geomorfológico único, hoy Geoparque, que no permite la expansión de la planta más allá de los límites del propio edificio.
Al ser el caudal del río Guadalope insuficiente para la refrigeración de las turbinas, se hizo necesaria la construcción de un embalse al pie de su edificio.
En cuanto al combustible, el carbón de las minas del coto de Aliaga era lignito, de bajo poder calorífico y de difícil extracción, puesto que seguir la veta era complicado y, en ocasiones, ésta tenía poco grosor.
Aliaga era una zona rural aislada, de duros inviernos, y muy empobrecida. A todo esto hay que añadir, que las infraestructuras por carretera no eran las más adecuadas, por lo que se tuvo que construir un entramado aéreo para transportar el carbón a la central.
Sin embargo, esta central térmica se convirtió en una de las más grandes y modernas de España en el momento de su inauguración, abasteciendo a ciudades como Teruel y Zaragoza.